El acto de crear me remite a disfrutar de lo esencial, de lo inabarcable y deseado. Esta es mi constante. Nunca es suficiente. Escribo para darme cuenta de mí misma porque la evidencia no es tan clara, porque nunca será suficiente. Siempre cabe algo más en algún lugar desconocido, en una canción desterrada o incluso en deseos sin voz. Todas estas circunstancias originan imágenes, caminos visuales que escenifican momentos sin más. Estos, en ocasiones, los inventamos para ser más felices. ¿Acaso no puede ser igual de válido aquello que imaginamos? Lo real a veces resulta tedioso y frustrante. Parece mucho más fascinante el invento, lo nuevo adquiere un atractivo particular susceptible de echarse de menos.

Persistir en el cambio, en las diferencias, enriquece nuestra vida artística y personal. Pero esta persistencia no ha de ser controlada en todo momento. Trabajar sin excesivos esquemas preconcebidos nos conduce al crecimiento evolutivo de nuestras propias ideas.

04/06/2010