Lo irreal es lo que imaginamos. Yo imagino mi cuerpo. Creo una escena que no existe. El escenario es el espacio. La luz dibuja el contorno de aquella irrealidad que he inventado. El azar interviene, provoca encuentros en mis imágenes. El momento me sorprende como la picadura de un mosquito. La imagen suena y debe continuar, adquiere autonomía. Por lo tanto, puedo afirmar que mis imágenes son autónomas, igual que mis pensamientos o que mi propia imagen física.

Diciembre/2009